Entrevista al equipo multidisciplinar de la Red de Vigilancia Epidemiológica COVID de la OSI Donostialdea

En mayo de 2020, inmersos en plena pandemia, la OSI recibe el encargo por parte de la Red de Vigilancia Epidemiológica COVID de Euskadi de organizar un equipo multidisciplinar que gestione la situación que estamos viviendo y en el que estén representados todas las partes implicadas en el seguimiento de los casos y contactos de COVID. Rápidamente diferentes profesionales se ponen a ello y se crea la Red de Vigilancia Epidemiológica COVID de la OSI Donostialdea. Este grupo en poco tiempo adquiere un protagonismo central en la gestión de la pandemia y en el control de las cadenas de transmisión del virus en el ámbito de atención de la OSI. En sus reuniones se han tomado muchas de las decisiones más importantes que han contribuido a frenar el impacto de la pandemia. La Red de Vigilancia Epidemiológica COVID de la OSI Donostialdea está constituida por profesionales de diferentes perfiles: gestores de la red de vigilancia, profesionales de salud laboral, del servicio de medicina preventiva de la OSI, Osalan, la unidad básica de epidemiología y otros y otras profesionales de la OSI Donostialdea. Hoy en día todavía se siguen reuniendo, porque entienden que todavía queda trabajo que hacer. La entrevista que reproducimos a continuación constituye un importante testimonio de como se ha actuado en nuestra OSI en la gestión de la pandemia. Estos y estas profesionales han realizado un trabajo extraordinario, realizado desde la sombra y con una implicación ejemplar. Sin duda alguna sin ellos y ellas la pandemia hubiera sido otra cosa.

 

 ¿Cómo fueron los inicios de este grupo?

Carlos Barruso: Salíamos de la gran ola y en ese momento en los informes diarios apenas había positivos, teníamos días de cero positivos, dos positivos… El primer equipo de enfermería empezó a hacer el rastreo de esos positivos. Empezaron a hacer el estudio de contactos, el rastreo de la atención primaria. Más tarde, en la parte hospitalaria de pacientes del rastreo entraron los y las profesionales del servicio de Medicina Preventiva y en el de profesionales la unidad de Salud Laboral. La situación de las residencias se controlaba desde la unidad de epidemiologia.

También se implantó una base de datos, Go.data, que llevó una serie de reuniones, formación, compartir entre nosotros y nosotras las dudas, etc. En esa base de datos se recogían todos los positivos, los contactos que generaba, y diferentes datos como el inicio de los síntomas, cuándo daba positivo la prueba, datos demográficos… Al principio era bonito ver el gráfico, pero luego ya con tanto dato era muy complejo. Todos y todas las que componemos este grupo tenemos acceso a esa base de datos. Todos los datos se volcaban en esta base de datos y la idea era que todo quedara relacionado, datos de las residencias también, funcionaba muy bien. Era una herramienta preparada para dar respuesta a brotes que se adaptó a esta situación, y se implantó en todo Euskadi.

 

¿Cómo se debía organizar y quiénes debían conformar el equipo de Red de Vigilancia Epidemiológica COVID de la OSI Donostialdea?

Carlos Barruso: Cómo y quienes debían conformar el equipo venía definido desde centrales. En el documento que definía lo que era la Red de Vigilancia Epidemiológica describía todos los ámbitos que debíamos estar representados. Estábamos todos los grupos relacionados con la pandemia: el servicio de Medicina Preventiva a los y las pacientes hospitalizados y hospitalizadas, el equipo de rastreo a los y las pacientes en un primer momento, desde salud laboral a los y las profesionales… Se trabajaba entre todos y toda. Al final los y las pacientes son comunes. Los y las pacientes que podemos tener a nivel comunitario luego pueden ingresar y ser pacientes hospitalizados, pueden ser usuarios o usuarias de una residencia… Estas reuniones nos servían para trasladar todos estos casos. Si en la red de rastreo detectábamos un brote de tres personas en una empresa se comentaba con Osalan y ellos seguían de cerca los casos. Lo mismo con el resto de servicios y unidades.

Sergio Girón: Esta coordinación era fundamental, por ejemplo: un o una paciente que ingresaba en el hospital una vez dado de alta no tenía donde hacer la cuarentena, pues contactaban con la red de rastreo para buscarle un sitio para hacer esa cuarentena… Era imprescindible esta coordinación porque al final eran positivos de una comunidad, y era necesario para controlar los brotes, para adaptar los recursos…

Carlos Barruso: Las cosas se van olvidando, pero de estas reuniones salían incluso las recomendaciones de cierre de los bares que tenían brotes. Hacíamos casi una labor de policías, se transmitía la información a Salud Pública y emitía una orden para cerrar un bar en concreto… Los y las profesionales de los bares no nos querían ni ver porque sabían que si tenían positivos les haríamos cerrar el bar.

Sergio Girón: Más o menos la forma de actuar era la siguiente: los y las pacientes se hacen la prueba en Osakidetza, sale positivo, y se añade en la aplicación Integra (un censo de positivos, por edad y por OSI), desde la red de Vigilancia se les hace una primera llamada, y se hace un rastreo. Se les explica las medidas que deben tomar, como realizar el aislamiento, e identificamos quienes son sus contactos estrechos. A los cuales se les solicitara las pruebas diagnósticas que correspondan y se informara sobre las indicaciones que tienen que seguir durante la cuarentena. Ese o esa paciente también puede pertenecer a un ámbito laboral, social, ser usuario de algún recurso sociosanitario o estar ingresado.  En estas reuniones tratamos estos temas, ya que los tenemos en común cada uno en su ámbito. º

Carlos Barruso: También se hace un seguimiento desde la atención primaria, porque al final esto genera una cita del o de la paciente con su equipo de atención primaria, que ya se encargaba del seguimiento de ese positivo. En función de la evolución se organizaba el seguimiento de la enfermedad. Si hacía falta el ingreso hospitalario se coordinaba para poder hacerlo.

Sergio Girón: Efectivamente. Si los síntomas eran leves y se podían controlar a través de los profesionales de atención primaria, realizábamos la derivación al centro de salud. Y si el caso cursaba con más gravedad y era necesario el ingreso, se coordinaba con el hospital.

Carlos Barruso: Al principio la idea era tener una red en cada centro que se fuera interrelacionando con los equipos de atención primaria de cada zona, pero se optó por el modelo de un red única y unida al que le fuimos incorporando nuevos perfiles profesionales. Al principio eran 6 profesionales, cuando no había más que 10 positivos. Pero luego se fueron incorporando más profesionales. Era muy difícil conseguir profesionales de enfermería, por lo que se analizó que otros perfiles se pudieran incorporar al rastreo. De esta manera se recurrió a trabajadores y trabajadoras sociales, fisioterapeutas, y equipos administrativos. El rastreo en un principio se iba a hacer con profesionales de atención primaria, pero se vio que la primaria no sería capaz de asumir ese rastreo. Así, la red surge para dar respuesta a esa necesidad de tener una red de rastreo, no para hacer solo el seguimiento del caso, sino que intente entender todo lo que ha sucedido en su alrededor. Y con una visión mucho más global. Una de las cosas que ha tenido fuerza este grupo es que estábamos todas las partes involucradas. En el centro de salud íbamos a atender a la persona y un poco a su familia, pero aquí íbamos a la empresa, y al equipo de fútbol, íbamos a todo.

 

 ¿Cómo recordáis esos momentos tan duros?

Carlos Barruso: De locura. En un inicio, las familias se quedaban en casa. Yo era el que iba y venía del trabajo, y seguía trabajando. Y me decían: “Aita por lo menos trabaja en la mesa del comedor, porque así te vemos”. Había días que ellos se levantaban, yo ya estaba trabajando, se acostaban y yo seguía trabajando. Y mi hija pequeña me dijo, “¿Aita por qué no te sientas aquí?”, yo que nunca había trabajado en casa. Era cuando la gente salía a aplaudir… En esos momentos los centros de salud colapsaron.  Se centralizo todo, los centros de salud sólo atendían de forma telefónica. Se desplazaban profesionales de un centro a otro, organizábamos dobles equipos de noches en los PAC, un concesionario de coches nos cedía coches para ir a hacer visitas a domicilio, durante los meses de marzo-mayo, semana santa, tuvimos que decir a todo el mundo que tenían que ir a trabajar, que eran días lectivos, a trabajar todos los días…

Elsa Elguea: Nosotros y nosotras tuvimos que reinventarnos, porque era imposible dar abasto con todo. Había días que a las siete de la tarde estabas haciendo las llamadas que habían entrado a las 10 de la mañana. Tenías toda la mesa llena de post-it, con nombres, con síntomas y daba miedo. Luego ya fuimos organizando el servicio. Doblamos el servicio, con informáticos, administrativos y administrativas, refuerzo de enfermería a tope, se dejó la actividad de prevención. Llegábamos a la mañana y estábamos todo el día y nos llevábamos el móvil incluso a la noche. Eran horas de trabajo, muchas horas… Los y las profesionales tenían mucho miedo porque moría gente. Hemos tenido también compañeros y compañeras en la UCI y era duro, muy duro.

Carlos Barruso: El tiempo te hace olvidar las cosas, pero, ¡la que hemos pasado!

 

 ¿Con qué os quedáis de todo aquello?

Carlos Barruso: Con el deber cumplido.

Elsa Elguea: Yo estoy contenta. Creo que nos ha caído grande a todos y todas…  Como profesionales me ha parecido muy frustrante, y muy frustrante digo porque había muchas cosas que no dependían de nosotros y nosotras, ni como médicas ni como gestoras ni como telefonistas, no dependían de nadie… Yo creo que todos y todas lo hemos hecho lo mejor que sabíamos y lo mejor que hemos podido a todos los niveles. La gente lo ha dado todo.

Oscar Calleja: Lo hemos dado todo, sí.

Itziar Lanzeta: La gente ha tenido mucha voluntad, mucha implicación.

Elsa Elguea: Nosotros y nosotras, desde nuestro punto de vista, sí que hemos tenido muchas cosas no agradables, pero bueno, al final tienes que tener empatía, y ponerte en el otro lado. Yo valoraba como médica al que te llamaba, pero también había que estar en una planta. Nuestra finalidad era que desde aquí la gente se sintiera acompañada.

 

¿Qué hemos aprendido de todo esto?

Carlos Barruso: Que somos vulnerables. Todo esto nos ha dado un baño de humildad. Creíamos que teníamos un servicio de sanitario potente, fuerte, pero todo esto nos ha sacado nuestras vergüenzas. Y hemos aprendido muchas cosas. Habrá cosas que veremos dentro de unos años, y diremos: esto se empezó con el COVID… Estamos viendo pequeñas cosas que a día de hoy las hemos incorporado en el día a día y que son una mejora que igual no hubiésemos alcanzado jamás.

Oscar Calleja: Yo creo que hay que subrayar también la capacidad de adaptación que hemos tenido. Nos hemos ido adaptando continuamente y hemos trabajado con mucha incertidumbre, sin saber lo que venía detrás.

Carlos Barruso: Y miedo. Preparamos apartamentos, hoteles para profesionales porque estaban muy expuestos y expuestas, y para que no volviesen a dormir con sus familias.

Sergio Girón: En este grupo nos hemos apoyado mucho. Nos ha servido para desahogarnos entre nosotros, ya que muchos nos sentíamos igual. Hemos conseguido conocernos bien, llegando a crear un ambiente de confianza, siendo cada uno de nosotros referente dentro de su ámbito y estando disponibles para consultarnos ante cualquier duda o problema.

 

 ¿Cómo irrumpió la vacunación en este grupo? sería una ilusión…

Itziar Lanzeta: Sí, se esperaba como agua de mayo. Y luego se ha visto el efecto de forma drástica, con toda la incidencia que tenemos ahora y que hemos tenido, esto sin vacunar hubiera sido una catástrofe.

Carlos Barruso: La vacuna fue, una ilusión, un esfuerzo terrible, lo que fue abrir Illunbe… y una esperanza.

Itziar Lanzeta: Ahora estamos viendo que el perfil del o de la paciente que ingresa ha cambiado totalmente, en muchos casos sigue siendo la persona mayor que tiene COVID, pero su motivo de ingreso fundamental no es que tenga una neumonía bilateral por COVID. Ahora algunos y algunas acaban en intensivos, pero mucho de ellos y ellas son no vacunados o vacunadas. Y luego están los y las inmunosuprimidas, o inmunodeprimidas que a pesar de ser jóvenes muchos y muchas puede que no hayan respondido a la vacuna por su propia patología de base, esos y esas también ingresan. También hay pacientes asintomáticos o con sintomatología muy leve, que ingresan por otro motivo y se les detecta COVID por las pruebas PCR de control que se realizan.

Sergio Girón: Por dar algunos números, en la OSI Donostialdea, en enero teníamos unos 37.000 casos positivos censados y censadas en Osabide Integra.

Carlos Barruso: El 31 de diciembre pasamos de los 2.000 positivos en un sólo día. Y cuando se abrió la calle Andia, la cola daba la vuelta a la plaza de Gipuzkoa. Era de escándalo, en plena navidad…

Elsa Elguea: Yo un día tuve que subir a laboratorio y vi aquello y … lo que había allí, los PCR diarios y pensé esto es inviable, ¿cómo se puede asumir esto? imposible…

Sergio Girón: Los días de navidad, nosotros y nosotras pedíamos que se abrieran más agendas porque no dábamos a vasto… se abrían y se llenaban…

Elsa Elguea: Por otro lado, hemos visto que el sistema funcionaba. Nosotros y nosotras mandábamos mails, y teníamos a la gente citada en 24 – 48 horas.

Carlos Barruso: Yo creo que en Navidad fue el cribado más masivo que ha habido, todo el mundo se hizo en casa la prueba para ver si se podía cenar o comer en casa… Por ilustrar un poco, en la Comunidad Autónoma en un día teníamos 10.300, 7.900, 10.900, 12.000 positivos.

Elsa Elguea: Eran como dos realidades paralelas, nosotros veíamos la situación del entorno sanitario y salias a la calle y parecía que la realidad era otra.

 

 ¿Este grupo-equipo hasta cuándo seguirá trabajando?

Carlos Barruso: Es que ya nos necesitamos.

Elsa Elguea: Yo siendo optimista diría que, hasta el verano, pero viendo cómo van las cosas parece que ha venido para quedarse. Tendremos que aprender a trasformar la actividad del grupo…

Itziar Lanzeta: Hay otras enfermedades transmisibles, y las seguirá habiendo.

 

¿Desde Osalan cómo se valora la labor y pertenencia a este grupo?

Noemi Ollakindia: Muy positivamente, porque no había habido anteriormente una colaboración así. La información que se recibía era fundamental para trasladarla al equipo de Osalan. Estamos muy agradecidas y agradecidos a la OSI Donostialdea por contar con Osalan en este grupo y por continuar en él. Estas reuniones también han facilitado internamente la detección de elementos de mejora de sistemas de información para posibles futuras colaboraciones.

 

¿Cómo habéis tratado la situación de las residencias?

Oscar Calleja: En principio el estudio de los positivos se hacía desde Epidemiologia, nos llamaban desde las residencias para informarnos de los positivos. Ahora el estudio ya lo hacen desde la propia residencia, y nos notifican los positivos. Al principio nosotros y nosotras hacíamos el estudio de contactos con la propia residencia. Los contactos laborales los llevaba el servicio de prevención, los contactos de los y las usuarias los gestionábamos desde Epidemiología y se les mandaba a hacerse las pruebas. Nosotros y nosotras mirábamos en el historial, si era positivo o negativo les llamábamos, les decíamos cómo proceder, cómo hacer las cuarentenas…. Hoy en día ellos nos envían los positivos, pero por ejemplo los centros de día, agrupaciones religiosas, etc. se siguen poniendo en contacto con nosotros y nosotras para pedir las pruebas.  Antes con pisos tutelados etc. también lo hacíamos, ahora ya se consideran población general y se hace desde la red.  En esta sexta ola ha habido contagios en prácticamente todas las residencias, ha habido residencias que de 100 residentes se han contagiado 80, eso sí, muchos con pocos síntomas o asintomáticos. Esta sexta ola les afectó bastante.

Carlos Barruso: Uno de los peores momentos, en la primera ola, fue lo que nos encontramos en una residencia. El equipo sanitario de allí se contagió y se quedaron en cuadros, tuvimos que llevar profesionales nuestros y nuestras que también se contagiaron, nadie quería ir allí… Fue terrible… Y luego ha habido residencias que han hecho una gestión excelente de la pandemia, lo han resuelto, lo han gestionado, nos han pedido la ayuda que necesitaban y muy bien.  Las congregaciones religiosas también han sido duras, porque se contagiaban todas y las edades eran 90, 99, 100 años.

 

¿Queréis añadir algo más?

Carlos Barruso: Además de trabajar muy duro y mucho, lo hemos pasado bien. Nos hemos reído de vez en cuando y a mí me ha aportado muchísimo el grupo. Y yo creo que dentro de nuestras capacidades hemos hecho un buen trabajo. Tengo que agradecer la labor de todos y todas las que están y han estado en este grupo. Ha sido el esfuerzo de todos y todas.

Itziar Lanzeta: Yo creo que ha sido enriquecedor, un equipo multidisciplinar siempre te aporta, y el trabajo en equipo no siempre es fácil, pero nos hemos arreglado muy bien.

 

Participantes:

  • Yeshika Merino, Directora de Enfermería de la OSI Donostialdea
  • Elsa Elguea, Médica del Servicio de Salud Laboral de la OSI Donostialdea
  • Oscar Calleja, Técnico del Servicio de Epidemiología de Gipuzkoa
  • Sergio Girón, Enfermero Gestor de Casos y Contactos Covid19 de la OSI Donostialdea
  • Garbiñe Sukia, Adjunta de Enfermería de la OSI Donostialdea
  • Eli Barandiaran, Subdirectora de Enfermería de Integración de la OSI Donostialdea
  • María Bartolome, Subdirectora de Integración de la OSI Donostialdea
  • Carlos Barruso, Director de Integración de la OSI Donostialdea
  • Itziar Lanzeta, Jefa de Servicio de Medicina Preventiva de la OSI Donostialdea
  • Noemi Ollakindia, Técnica de Epidemiología de Osalan Gipuzkoa