Jose Antonio Iribarren, jefe de servicio de la Unidad de Enfermedades Infecciosas de la OSI Donostialdea: “ante lo incierto de lo que sucederá en otoño, va a ser fundamental la vacunación antigripal, tanto en la población vulnerable como, especialmente, en profesionales sanitarios”

La Unidad de Enfermedades Infecciosas de la OSI Donostialdea ha sido uno de los pilares sobre los que se ha apuntalado la actividad sanitaria para hacer frente al coronavirus en nuestra organización. Esta unidad fue una de las primeras en atisbar el alcance de la pandemia y punta de lanza en el tratamiento de las personas aquejadas de esta enfermedad. Hemos tenido la suerte de hablar con Jose Antonio Iribarren, jefe de servicio de la Unidad de Enfermedades Infecciosas de la OSI Donostialdea, que nos ha aportado una visión fundamental para poder entender cómo nuestra organización se pone en marcha para afrontar una situación tan compleja. Organización, conocimiento, experiencia, profesionalidad son algunos de los ingredientes con los que desde esta unidad se ha contribuido a frenar el impacto de la COVID-19, un trabajo continuado, multidisciplinar y en equipo con el cual se han conseguido unos excelentes resultados.

 

¿Qué tal se encuentran después de estas semanas de actividad vertiginosa?

Razonablemente bien. Han sido unos meses muy intensos y, ahora estamos tratando de volver a una nueva normalidad, tanto en la consulta como en la hospitalización, esperando que la evolución de los acontecimientos nos deje poder coger vacaciones con una cierta normalidad para volver a cargar las pilas para el día a día… y para lo que pueda venir.

 

Actualmente estamos viendo algunos focos muy localizados. Obviamente no podemos bajar la guardia. Pero ¿crees que estamos asistiendo a los últimos coletazos del virus?

Viendo lo que estamos viendo en la calle y en los bares, creo que debemos ser muy prudentes y acostumbrarnos a una realidad en que el virus va a seguir circulando, aunque sea de una forma menos intensa. Va a depender en buena parte de la actitud de la ciudadanía el que esto sea así o el que tengamos brotes más intensos. También es verdad que ahora, desde el punto de vista de Salud Pública y de posibilidades diagnósticas (PCR disponible en Atención Primaria para cualquier paciente con clínica respiratoria en las primeras 24 horas, enfermeras rastreadoras para rápida identificación y aislamiento de contactos…) estamos mucho mejor preparados que al inicio de la pandemia.

 

¿Cómo se pone a trabajar una unidad de estas características cuando le llega la noticia de que en China ha aparecido un nuevo virus?

Nuestro Servicio alberga en su planta de hospitalización una Unidad de Aislamiento de Alto Nivel –UAAN-, pensada para casos únicos de enfermedades muy transmisibles y de alta letalidad (fiebres hemorrágicas virales, tanto importadas -Ébola, Lassa, Marburg,..- como autóctonas –fiebre hemorrágica de Congo Crimea-; enfermedades infecciosas de alto riesgo respiratorias, como casos aislados de gripe aviar o MERS coronavirus- u otras como virus Nipah o monkeypox). Ello nos ha obligado en los últimos años a una preparación continua, tanto en aspectos teóricos de estas enfermedades como, sobre todo, de manejo práctico (EPIs, procedimientos normalizados de trabajo…) y, lo que probablemente es más importante, a una forma de trabajo en equipo, multidisciplinar. Pertenecemos además a una red informal que agrupa las 6 UAAN que hay a nivel de todo el Estado lo que hace que estemos especialmente atentos a cualquier brote de enfermedad emergente.

En este sentido, ya el 7 de enero tuvimos noticia del brote de neumonía de Wuhan que fuimos siguiendo en los días posteriores; el 23 de enero, aprovechando una sesión multidisciplinar de todo el Servicio en BioDonostia, se informó de lo que hasta entonces se conocía; el 24 de enero, en una reunión extraordinaria del Consejo Asesor de Enfermedades Emergentes se definieron, entre otras cosas, los hospitales en que inicialmente serían atendidos los pacientes y las características del EPI necesario. Cambiamos el tipo de formación práctica de la UAAN programada para enero (hacemos entrenamientos periódicos, habitualmente mensuales) para entrenarnos con el EPI que se había definido para atender a estos pacientes. El 26 de enero ingresó el primer caso de sospecha, en un momento en que aún no disponíamos de la PCR en nuestro Laboratorio de Microbiología, por lo que la muestra se envió al Carlos III, siendo negativa y siendo dado de alta el paciente el 28 de enero.  El 31 de enero la Dirección Asistencial del hospital convoca a varios servicios (Urgencias, Neumología, Medicina Interna, Microbiología, Pediatría, Preventiva, Salud Laboral, Infecciosas…) a una reunión informativa y preparatoria, de donde salen las decisiones iniciales y las diferentes versiones de manejo del paciente dentro de la OSI.

 

Un virus que es altamente contagioso y que se transmite por vía respiratoria como el COVID-19 ¿es el virus perfecto?

Desde hace tiempo sabemos que los virus que más probablemente puedan originar una pandemia son virus causantes de infecciones respiratorias, y, en las quinielas, el que ha estado siempre muy adelante en los pronósticos ha sido el virus influenza causante de la gripe estacional común y, de vez en cuando, de pandemias gripales, algunas graves (como la mal llamada gripe española de 1918 que causó entre 50 y 100 millones de muertos); otras menos graves (como la última H1N1 de 2009). De hecho, en el año 2005, a raíz de unos casos de gripe aviar H5N1 (virus de aves que “saltó” al hombre y fue capaz de una cierta transmisión interhumana, con una mortalidad del 50%), se elaboró todo un plan de contingencia en nuestro hospital que ha sido útil en la actualidad. Los coronavirus, familia a la que pertenece este virus, además de causar infecciones respiratorias, habían avisado ya, en 2002-3 con una epidemia originada en el Sudeste Asiático por un nuevo virus de la familia, el SARS-CoV-1 que causó casi 10.000 enfermos con “importación” de casos a países occidentales, especialmente en Canadá, con brotes en hospitales que afectaron también a personal sanitario. Con una letalidad de casi un 10%, esta epidemia pudo ser contenida en unos meses con una serie de medidas y favorecido porque todos los casos eran sintomáticos y la mayor transmisibilidad se daba no al inicio –como en el caso actual-, sino avanzada la primera semana de enfermedad. En 2012, otro virus de la misma familia, MERS coronavirus, emergió en la Península Arábiga, habiendo causado hasta la actualidad más de 2000 casos, teniendo, afortunadamente, una menor capacidad de transmisión, aunque hubo un brote importante tras un caso importado en Corea del Sur. Hemos aprendido que este virus, tiene algunas características especiales que lo acercan a la perfección en el sentido que apuntas: hay una proporción considerable (probablemente más de 1/3 de los casos) que cursan de forma asintomática, conservando toda su potencialidad de transmisión desde estos casos; la transmisión es muy eficiente por contacto y gotas, como el virus de la gripe y, además causa, en una proporción no desdeñable de casos, manifestaciones clínicas que obligan al ingreso hospitalario

 

 ¿Qué sabemos ahora del virus que no sabíamos hace unas semanas?

Como comentaba, fue importante conocer que el virus podía trasmitirse en la fase presintomática (hasta 2-3 días antes de comenzar los síntomas) o que una proporción no desdeñable de casos (1/3) son asintomáticos. A nivel clínico fuimos aprendiendo que algunos pacientes desarrollan, a lo largo de la segunda semana de enfermedad una respuesta inflamatoria que es lo que les generaba insuficiencia respiratoria, precisando en muchos casos, cuidados intensivos y hemos aprendido que algunos tratamientos inmunomoduladores/antiinflamatorios deben ser utilizados más precózmente de lo que lo hacíamos para evitar esta evolución. Por otro lado, van apareciendo estudios que están analizando la eficacia de diferentes antivirales (que ya hemos estado utilizando por su actividad “in vitro” frente a este u otros virus similares) y que están definiendo su posible papel terapéutico y momento de utilización: así, a día de hoy sabemos que, de prescribir antivirales en pacientes hospitalizados,  de funcionar, es más probable que lo hagan en la primera semana o al principio de segunda semana de enfermedad; que hidroxicloroquina no es efectivo, que remdesivir tiene una cierta actividad (acorta el tiempo a la mejoría y disminuye los días de hospitalización, aunque no ha demostrado impacto en la mortalidad) o lopinavir/ritonavir no funciona si lo utilizamos tardíamente. En el momento de hacer esta entrevista, los responsables del mismo ensayo clínico aleatorizado que demostró la falta de eficacia de hidroxicloroquina, han publicado una nota de prensa (el artículo no está aún disponible para su análisis) refiriendo que dexametasona disminuye la mortalidad en pacientes ingresados que precisan oxígeno. Por último, algo muy importante: durante unas semanas hemos necesitado utilizar una parte muy importante de los recursos hospitalarios (físicos y de personal) para la atención de pacientes COVID cuando, en el estudio de seroprevalencia realizado por el Ministerio, sólo el 3% de la población guipuzcoana se ha infectado. Por tanto, debemos saber que la inmensa mayoría de la población guipuzcoana sigue siendo susceptible y prepararnos para una potencial segunda oleada.

 

¿Qué es más fácil que llegue primero un tratamiento o una vacuna?

Es difícil de decir. Los tratamientos que se han ensayado hasta ahora como antivirales, han sido con fármacos que habían demostrado in vitro una cierta actividad frente a SARS-CoV-2 o frente a alguno de sus “primos” como SARS-Cov-1 o MERS. Alguno, como la hidroxicloroquina, se ha “caído” cuando han sido testados rigurosamente en un ensayo clínico, otros han demostrado una eficacia sólo relativa. En cuanto a la utilización de fármacos antiinflamatorios, a partir de un pequeño estudio retrospectivo chino con una veintena de pacientes con tocilizumab, hemos ido aprendiendo en la práctica clínica. Acaba de conocerse la utilidad de dexametasona, un antiinflmatorio. En la actualidad, en el registro de ensayos clínicos de la OMS, hay más de 1400 ensayos clínicos relacionados con COVID-19 (no todos, pero sí muchos, de fármacos) y es probable que haya fármacos que vayan demostrando una cierta eficacia y que sea necesario combinarlos. A nivel de vacunas, se están investigando más de un centenar de las que dos están ya en fase III de investigación (última fase) y siete en fase II. Se está haciendo un gran esfuerzo y ojalá se llegue pronto a la meta.

 

Como se actúa en los primeros momentos de la pandemia. Me refiero a como se ponen en marcha los diferentes planes de contingencia, como se reorganiza y prepara la unidad y el hospital…

Creo que es importante señalar que, además de los planes de contingencia de cada Servicio, es fundamental que exista un plan de contingencia del hospital. En este sentido, la Dirección del hospital, con la base del plan de contingencia elaborado en 2005 para una potencial pandemia por gripe aviar, fue trabajando a lo largo de los meses de enero y febrero en un plan de contingencia global del hospital.

A nivel del Servicio, nuestros primeros pasos fueron la información a todo el personal del Servicio y la formación específica. Elaboramos además un plan de contingencia en el cual, inicialmente, teníamos una habitación de presión negativa libre para un potencial caso. El plan de contingencia del Servicio tuvo varias versiones y, ya en la segunda versión, se contemplaba un plan de despliegue progresivo, pero a la velocidad necesaria requerida por la evolución de los acontecimientos de forma que la planta de hospitalización se convertiría en planta mixta no COVID/COVID, con una separación física entre las áreas, hasta que su ocupación la convirtiera en área “completamente” COVID. A lo largo del mes de febrero pusimos a punto muchos aspectos, destacando a nivel del hospital el documento de manejo del paciente y a nivel del Servicio, en colaboración con Microbiología, la puesta en marcha de un equipo de toma de muestras orofaríngeas para PCR, que en las primeras semanas de la pandemia permitió una forma ordenada de toma de muestras en domicilio. También en la última semana de febrero y las dos primeras de marzo, además de seguir preparando internamente el Servicio, colaboramos estrechamente con Salud Pública para ayudarles en la toma de decisiones con los pacientes con sospecha o recién diagnosticados, con lo que, sin duda, evitamos numerosos ingresos hospitalarios (o al menos asistencias a Urgencias). Además, en la primera semana de marzo colaboramos con la Dirección de Integración para protocolizar, en esta primera fase, la atención en domicilio de pacientes infectados por parte de un grupo profesional específico de Atención Primaria

Finalmente, el 3 de marzo ingresó el primer paciente, el 9 de marzo el segundo, el 12 de marzo el tercero; el 14 de marzo, el 4º; y ya, entre el 16 y el 18 de marzo, nuestra planta se llena por completo, iniciándose también la ocupación de la 4º de Amara, inicialmente algunas habitaciones y, finalmente toda la planta.

En nuestro plan de contingencia, al que antes me he referido, planificamos también la distribución de personal para las diferentes tareas. En este sentido., muy al principio habíamos “diseñado” la organización de personal: a nivel de enfermería y auxiliares con el personal que se ofreció; a nivel de facultativos, dejamos toda la actividad no COVID para una facultativa en teletrabajo, un facultativo presencial (el más veterano), que en colaboración con una residente rotante de MI y de la enfermera de consulta se encargaron de “sostener” toda la actividad, hospitalizada no COVID y la consulta (tenemos una cohorte de más de 1500 pacientes con infección por VIH que vemos periódicamente). Todo el resto del Servicio, incluidas dos incorporaciones  (uno de los grandes aciertos ha sido la visión desde la Dirección asistencial y de Personal para contratos) nos dedicamos a COVID de la siguiente manera: un médica de tarde; 2 médicos nos quedamos en la planta nuestra para atender los pacientes COVID de nuestra planta; otros dos médicos fueron a ver enfermos en AMARA 4ª y otros dos a AMARA 3ª, en cuanto se abrieron estas plantas (repartiendo los enfermos con dos internistas en la 4ª y otros dos en la 3ª).

En cuanto al espacio físico, antes de recibir a los pacientes ya diseñamos un sistema de trabajo señalizando las zonas “limpio/sucio” de la planta (en colaboración con Medicina Preventiva) de forma que podíamos realizar la atención de los pacientes ingresados con un considerable ahorro de EPIs.

 

Cuales han sido los peores momentos de la pandemia en su servicio

Bueno ha habido muchos momentos, los ha habido malos, pero también buenos –no me puedo olvidar de cómo varias enfermeras y auxiliares de listas específicas que habitualmente entrenaban con nosotros para la UANN se ofrecieron para reforzar nuestra plantilla tanto de hospitalización como de toma de muestras a domicilio, al comienzo de la pandemia –que empezaron a hacer estas enfermeras- o, que compañeros de otras especialidades se ofrecieron rápidamente (y vinieron) para ayudar y  aprender con nosotros –a  veces aprendimos más de ellos,..- por si la epidemia desbordaba las plantas de los “expertos” (infectólogos, internistas, neumólogos…), o la excelente colaboración con otros Servicios, especialmente Microbiología o Medicina Preventiva, Farmacia,.. cuando hizo falta.  Si hay que recordar momentos malos, yo tengo grabados 3 ó 4:

-el 28 de febrero por la tarde, cuando un compañero y amigo de Txagorritxu me llamó para comentar que acababan de diagnosticar a dos médicas de su Servicio: fue el comienzo del brote en Gasteiz y, junto con el diagnóstico de la primera paciente en Gipuzkoa esa misma mañana, fuel el “pistoletazo de salida” de que ya estaba aquí.

– el 29 de febrero, sábado, cuando a la noche el Dr. Cilla, microbiólogo, me llamó para darme el resultado de una toma orofaríngea para PCR (repetido) que habíamos hecho a un compañero del Servicio que llevaba unos días con fiebre y tos: el gen E daba positivo y el domingo 1 de marzo cuando en una nueva muestra se confirmó la infección.

-el 18 de marzo, cuando aún había sólo 24 pacientes ingresados (17 en nuestra planta, 5 en la 4ª de AMARA y 2 en Intensivos). Me llamaron la facultativa de tarde y la supervisora para decirme que se habían pasado de Subdirección y de Preventiva para comentar que había escasez de mascarillas FFP2 y que habría que priorizar la utilización de mascarillas quirúrgicas en la atención de los pacientes. Estuvimos toda la tarde hablando cómo lo habían hecho en otros hospitales, de cerca y de Madrid, tratando de “estratificar” a los pacientes ingresados en ese momento, en función de la tos… nos quedamos hasta poder explicar la situación al turno de noche… y finalmente se pudo solucionar con cierto ingenio… y con la llegada de más material. Además, de esta crisis “salió” también la posibilidad, ahora generalizada, de poder utilizar pantallas faciales (ahora tan normales), en lugar de gafas, ya que tenía dos grandes ventajas: eran reutilizables tras limpieza y… había muchas porque se habían comprado para una potencial utilización en la UAAN.

-el 29 de marzo, cuando vi que el número de pacientes ingresados se doblaba cada 4 días: como he comentado, el 18 de marzo había solo 17 pacientes, ingresados; el 21 había 48; el 25, 100 y el 29 eran 213. Recuerdo que ese fin de semana envié un correo a la Dirección con la planificación de personal que podíamos aportar (incluidos los que habíamos tenido “rotando” con nosotros para ir ocupando otras plantas de Aranzazu (se había ocupado, además de nuestra planta, las cuatro de Amara y había otras plantas en Aranzazu “abiertas” para sospechas. Afortunadamente ese 29 de marzo fue el domingo de la segunda semana de confinamiento y, a partir de ahí, fue disminuyendo el número de pacientes ingresados.

– el 2 de abril, cuando, con todo “aparentemente” bien montado y controlado, una enfermera de la planta comenzó con fiebre y astenia confirmándose la infección por SARS-CoV-2. Revisamos todos nuestros procedimientos, todas las actividades “extraenfermo” y se realizó, en colaboración con Microbiología, Preventiva y Salud Laboral, un barrido con PCR de toda la plantilla, resultando dos personas más infectadas asintomáticas. Su parte positiva, que tienen casi todas las crisis, fue la constitución de un Comité de Brotes, que bajo el liderazgo de Medicina Preventiva y con participación de varios Servicios y la Dirección del hospital y, bajo el principio fundamental de que, a partir de cierto momento de la pandemia, no se debe entender como normal que el personal sanitario se infecte, ha permitido investigar posteriormente otros 4 brotes.

 

El trabajo de los profesionales ha sido ejemplar. ¿Crees que la pandemia va a dejar cicatrices en nuestros profesionales?, lo digo porque aquí mismo en su servicio se han enfrentado a situaciones intensas.

Yo espero que no. Creo que estos meses han “certificado” en nuestra planta de hospitalización la enorme utilidad del modelo de trabajo en equipo multidisciplinar, que, siendo siempre recomendable, en nuestro caso era necesario por la existencia de la UAAN. Creo que el trabajo de estas semanas refuerza esta forma de trabajo, multidisciplinar, informado y participativo que espero sirva de “vacuna” para esas cicatrices.

 

Y ¿Cómo ha sido un día de trabajo en la unidad de infecciosos en los momentos más álgidos de la pandemia?

Paradójicamente, han sido más estresantes los días de “transición” y preparación. En los días álgidos, la preparación ya estaba hecha, la forma de trabajo, definida y, de alguna forma, eran relativamente rutinarios, aunque de mucho trabajo.

 

Qué clase de pacientes habéis visto estas últimas semanas.

Desde el 3 de marzo al 22 de mayo henos tenido en la planta enfermos COVID. Avanzado abril ya fue disminuyendo el número de pacientes COVID y el 30 de abril iniciamos la fase de “repliegue” en la planta, dedicando la mitad de la planta a pacientes con infección general y la otra mitad (separada por una puerta) a pacientes COVID y sospechas. Con la evolución de los ingresos, a mediados de mayo aumentamos el número de camas para infección general y dejamos 4 camas para COVID y sospechas. A nivel de consulta, en junio hemos entrado en la nueva normalidad en que alternamos consultas presenciales y telefónicas en los enfermos crónicos de consulta.

 

 ¿De qué manera han actualizado su conocimiento en relación a esta enfermedad? Me refiero a como circula el conocimiento, donde se informan, trabajan en red….

La información (que no siempre conocimiento) ha fluido a gran velocidad y por muchas vías. La hemos seguido a través de los canales de información que habitualmente utilizamos (revistas biomédicas, sociedades científicas, organismos oficiales…), aunque en este caso se ha dado la peculiaridad de que muchos de los trabajos publicados en las revistas no han pasado ningún tipo de revisión previa, precisamente por la urgencia de disponer de resultados, lo que ha hecho mucho más difícil “extraer” conclusiones aplicables en el día a día. Baste decir que, revistas del prestigio de Lancet o New England Journal of Medicine han tenido que desdecirse y retirar artículos publicados en sus revistas cuando han comprobado que la información aportada no era fiable. Ahora, con más sosiego, y aunque sigue apareciendo mucha información, el filtro necesario para su publicación se ha vuelto a instaurar, y es más fácil ver resultados aplicables a nuestro día a día.

 

Pocos profesionales en la historia se han enfrentado a dos virus con unas implicaciones tan importantes en todos los ámbitos de nuestras vidas como han sido el virus del SIDA y el coronavirus. Os ha tocado a vosotros.

Es curioso que siendo dos enfermedades infecciosas emergentes y siendo las dos zoonosis (es decir, originadas en animales), la “forma de hacer daño” ha sido absolutamente diferente. El VIH “saltó” de primates que eran su hábitat natural hombre, se estima que hace unos 100 años. Posteriormente estuvo localizado en zonas muy concretas de Africa y adquirió la “habilidad” (fundamental en los virus si quieren causar grandes epidemias) de transmitirse entre los humanos por vía sanguínea y sexual. Los cambios en estilos de vida y la facilidad en las comunicaciones “globalizó” el problema y se tardó 15 años en disponer de tratamientos efectivos, por lo que mató a millones de personas a lo largo de los años. Afortunadamente se ha convertido en una enfermedad crónica manejable con los tratamientos actuales. SARS-CoV-2 también es una zoonosis, especulándose de qué animal ha “saltado” al hombre y, rápidamente,  ha adquirido la habilidad de transmitirse de forma muy eficiente por vía respiratoria (contacto y gotas), provocando una enfermedad que precisa hospitalización en un 20-30% de los pacientes diagnosticados (probablemente la realidad, considerando también los casos asintomáticos, no vaya más allá del 3-5%), proporción suficiente para colapsar los sistemas sanitarios si no se procede a estrategias como el distanciamiento social y  el confinamiento, que parecen de otra época  y que han  resultado extraordinariamente exitosos.

 

¿Este virus ha sido mucho más grave de lo que nos pensábamos en un primer momento?

Al principio daba la impresión de que los chinos iban a ser capaces de contener el brote –como así fue-, a pesar de todo el daño que les hizo y que el riesgo fundamental para una potencial pandemia vendría desde Africa por las relaciones comerciales estrechas de Africa con China y los pobres sistemas de salud africanos. Sin embargo, con sólo tres vuelos directos de Wuhan a Europa (Londres, París, Roma) y, eso sí con muchos vuelos “indirectos” de China a Europa, las entradas parecen haber sido múltiples por Italia, España, Alemania… A ello se han añadido algunos factores más: a) la debilidad de la Salud Pública (no confundir con los sistemas públicos de Salud “asistenciales””) a nivel europeo en general, fruto de una cierta soberbia de pensar que esto no iba a pasar nunca (a diferencia de los países desarrollados del Sudeste Asiático como Corea del Sur, Singapur, Taiwan o la propia China), que, producto de importantes sustos previos (como el SARS en 2002-2003) poseen potentes infraestructuras de Salud Pública; b) la existencia de frecuentes casos asintomáticos capaces de trasmitir que dificultan mucho la identificación y el aislamiento de los pacientes; c) la proporción de pacientes que precisan ingreso hospitalario, muy superior a los de la gripe por ejemplo y d) la propia “globalización” buena para algunas cosas y mala para otras: ha traído, entre otras cosas, el “just in time” (es decir la producción de bienes según se consumen y no antes, lo que dificulta la existencia de stocks) o la excesiva dependencia en la producción de material de países como China.. con los problemas de adquisición de material que ha generado en todo el mundo.

 

¿Qué han aportado los especialistas en enfermedades infecciosas a la crisis actual?

Fundamentalmente la cultura de una forma de hacer (conceptos sucio/limpio, asilamientos y diferentes EPIs, forma de trabajo), la capacidad para la adaptación rápida a nuevos problemas; el conocimiento para la preparación, planificación y coordinación iniciales, disponibilidad para dudas de compañeros… Además, la colaboración, junto con BioDonostia y, en la media de las posibilidades que la asistencia dejaba en la propuesta de algunos estudios de investigación.

 

Ante un posible rebrote ¿Cuáles crees que son los aspectos sobre los que deberíamos incidir para mejorar nuestra actuación frente a este virus?

Hemos aprendido lo útil que es tener planificado cómo va a ser el despliegue en el Servicio y en el hospital, ante una nueva oleada. Hemos aprendido también aspectos de la enfermedad que nos van a permitir mejorar la forma de tratar a los pacientes. Hemos comprobado la utilidad de disponer de opciones (hoteles sanitarizados…) para la salida de pacientes convalecientes. Debemos mejorar la atención del final de la vida para evitar, en lo posible, que los pacientes que fallecen lo hagan en soledad.  Hemos visto lo imprescindible que es hacer un rápido y completo seguimiento de los contactos de cada caso para “romper” cuanto antes la cadena de transmisión. Necesitamos disponer de stocks de EPIs suficientes para un rebrote moderado. Hemos aprendido lo útil que es la ayuda de otros especialistas, en principio alejados de este tipo de enfermedades, y lo útil que podría ser un programa de formación básico para todos los profesionales asistenciales del hospital, sean de la especialidad y la categoría profesional que sean. Quizá lo más importante y, aunque no está en nuestras manos, si el número de casos crece sin poder controlar los contactos, el distanciamiento social a nivel personal y, especialmente, el confinamiento, son las herramientas claves para disminuir la transmisión y evitar el colapso del sistema.

 

Volveremos a la normalidad o ya nada va a ser igual tras el COVID-19

Desde luego, a corto y medio plazo, nada va a ser lo mismo. Y, el día que haya una vacuna efectiva, este problema se habrá acabado, pero debemos aprender las lecciones para la siguiente, que, sin duda, vendrá, preparándonos, a todos los niveles, de la mejor forma posible. Y desde luego, en cualquier caso, al igual que el sida supuso la generalización de las precauciones universales (los que somos más mayores aun recordamos que, hasta el sida, era habitual que las enfermeras hicieran extracciones de sangre a los pacientes sin guantes), el COVD-19 va a suponer la generalización de las precauciones  para evitar la transmisión de infecciones respiratorias (mascarillas quirúrgicas e higiene de manos) lo que sin duda tendrá un beneficio también en el día a día al disminuir el riesgo de adquisición de infecciones respiratorias,, incluidas las banales. Y, por cierto, ante lo incierto de lo que sucederá en otoño, va a ser fundamental, más que nunca, la vacunación antigripal, tanto en población vulnerable como, especialmente, en profesionales sanitarios.