La Unidad de Ictus del Hospital Universitario Donostia ha creado recientemente un grupo de trabajo para mejorar la atención al ictus hemorrágico

Los accidentes cerebrovasculares (ictus) son una enfermedad muy frecuente,  al extremo que se calcula que una de cada 6 personas va a sufrir un ictus a lo largo de su vida. Es una enfermedad grave con una elevada mortalidad y alto riesgo de producir secuelas invalidantes.  La rapidez del diagnóstico y la aplicación del tratamiento son factores fundamentales y de ellos dependen las probabilidades de supervivencia o las secuelas que supondrá.

En el Hospital Universitario Donostia existe desde hace 10 años una unidad especializada de ictus coordinada desde el Servicio de Neurología. En Gipuzkoa se producen aproximadamente 1.300 ictus isquémicos o infartos cerebrales y cerca de 230 ictus hemorrágicos (hemorragias intraparenquimatosas o hemorragias subaracnoideas). Los ictus hemorrágicos son tratados, salvo excepciones, en nuestro hospital. En cuanto a los isquémicos, el 85 por ciento también son tratados en nuestro centro y el resto en los hospitales Bidasoa, Mendaro y Zumarraga.
Para tener presente esta enfermedad, aprender a evitarla conociendo los factores de riesgo y a reconocerla cuando aparece y saber cómo actuar, se ha elegido el 29 de octubre como día mundial del ictus.

“Este año queremos aprovechar el día del ictus para fijar la atención en los ictus hemorrágicos, en concreto, en las hemorragias intraparenquimatosas” explica la Dra. Martínez Zabaleta; coordinadora de la unidad de ictus, “porque, aunque es menos frecuente que el ictus isquémico, cada año atendemos en el Hospital Universitario Donostia alrededor de 160 casos y es más grave, tiene más mortalidad y las posibilidades de recuperar la autonomía en actividades de la vida diaria son menores”. De lo aprendido en el manejo del ictus isquémico, se desprende que  protocolizar lo que se hace en los primeros momentos con los  pacientes con daño cerebral agudo mejora su pronóstico. El equipo ha protocolizado  los cuidados generales, el momento de aplicar medidas más agresivas de tratamiento y cómo prevenir  las complicaciones médicas.

En el caso del ictus hemorrágico (hemorragia intraparenquimatosa),  se ha creado un grupo de trabajo que implica a profesionales de distintos servicios del hospital para asegurar que los pacientes con este diagnóstico reciben el mejor cuidado posible en cada momento y cada caso.

 

Un grupo de trabajo multidisciplinar ha elaborado un protocolo para el manejo del paciente con ictus hemorrágico

“La hemorragia intraparenquimatosa (ictus hemorrágico), tiene una mortalidad hospitalaria de un 34% y produce secuelas invalidantes (la posibilidad de ser independiente para el propio autocuidado a los tres meses después del ingreso, no llega a un 30%de los casos)”, informa la Dra. Ana de Arce, por este motivo hemos visto la necesidad de aunar esfuerzos y coordinarnos para dar la mejor atención a estos pacientes. El equipo multidisciplinario está formado por representantes de Neurocirugía (Nicolás Sampróm), Cuidados Intensivos (Arantxa Murgialday y Maialen Ganzarain), Hematología (Arantza Aguirre), Urgencias (Alberto Boyero), Radiología (Ane Ugarte y Josean Larrea) y coordinado por Neurología (Ana de Arce y Maite Martinez Zabaleta), con la ayuda de la Unidad de Calidad (Elena Suquía).

“Lo primero ha sido registrar y analizar lo que se hace habitualmente en el hospital ante este grupo de pacientes. Se ha elaborado un protocolo de manejo que ha identificado aspectos de mejora en la atención y se han puesto en práctica. Se lleva ya con un año de registros y cambiando el protocolo según los análisis intermedios”. El protocolo se activa en cuanto se identifica un posible ictus en el Servicio de Urgencias. Una vez confirmando el diagnóstico  con un escáner, se determina qué medidas son necesarias y dónde debe ser atendido cada paciente, si en la unidad de cuidados intensivos, unidad de ictus o en otras zonas del hospital.

“Aunque desgraciadamente no hay un buen tratamiento para las hemorragias”, añade la Dra. Ana de Arce, “valoramos en cada caso de forma individual el posible beneficio de la cirugía, que se realiza en muy pocos casos. Los pacientes que ingresan en cuidados intensivos son los que presentan gravedad por nivel de conciencia, tamaño y localización del hematoma y los que tienen un daño cerebral irreversible, como potenciales donantes. Aquellos que de entrada presentan un mejor pronóstico vital ingresan en la unidad de ictus. En ambos casos se realiza un control estricto de la tensión arterial y monitorización de las posibles complicaciones”.

Como grupo de trabajo, están además participando en estudios colaborativos con otros centros, en concreto en el manejo de pacientes anticoagulados con hemorragias, diagnóstico etiológico de hematomas profundos y en el tratamiento de la hipertensión endocraneal en pacientes con hematomas profundos.

“Personalmente creo que esta forma de trabajar en equipo, ya está mejorando la atención a estos pacientes y espero poder medir ese beneficio de forma objetiva en resultados de disminuir la mortalidad y las secuelas en los próximos años” afirma la coordinadora del equipo multidisciplinar.